Elecciones: programa, proyecto, tinieblas

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Mientras los partidos políticos esperan que sean convocadas las próximas elecciones municipales y autonómicas en apenas unos días, los ciudadanos esperan que estos desvelen sus programas electorales, puesto que son la hoja de ruta que marca las diferencias a nivel local entre las distintas formaciones políticas. Igualmente, los programas son uno de los recursos, que tienen los candidatos poco conocidos por la población a la que pretenden gobernar, para conseguir cierta resonancia tanto mediática como entre los cibernautas. Un programa electoral es como una carta de presentación, es una oportunidad para demostrar la capacidad de ese candidato poco conocido para evidenciar su aptitud a un puesto tan trascendental como la Alcaldía de una villa.

 

En el programa electoral, el candidato de turno debe plasmar su proyecto de ciudad, es decir, no solo cómo subsanar las deficiencias existentes, sino cómo mejorar la ciudad, y en el caso de la Marina Baixa, poblaciones que deben conciliar la vida de los vecinos con los turistas durante todo el año, o ¿cómo ayudar a las familias más necesitadas en unos momentos de inflación galopante de precios? y ¿cómo facilitar el día a día de los trabajadores y empresarios?. Es el cómo el argumento para convencer

¿Papel mojado?

Los programas electorales deben estar basados en las necesidades de futuro que tiene la población, porque se supone (como el valor en los soldados) que los partidos políticos ya conocen de primera mano las necesidades de la sociedad por medio de reuniones con asociaciones de vecinos, colectivos empresariales, entidades de fiestas y culturales, entre otros. El momento de escuchar a la sociedad ya ha pasado, porque los programas electorales ya deberían estar confeccionados, es un trabajo de cuatro años, no de los últimos cuatro meses. Un programa electoral elaborado en función de lo que un partido político piensa que va a proporcionarle votos, de lo que ese partido intuye que la sociedad puede necesitar está condenado a la irrelevancia. Un programa electoral extenso con predominio de verbos como potenciar o mejorar, pero sin concretar cómo, es papel mojado, porque ese compromiso con el ciudadano (como es el programa electoral) se queda en un amago de intenciones, no en un compromiso firme y claro que es lo que la ciudadanía demanda en tiempos de saturación informativa.

Los problemas requieren soluciones y no verborrea y es ahí donde vamos a distinguir al político con vocación de servicio del político oportunista, que pretende utilizar el acta de concejal como medio de subsistencia.

 

En juego la abstención

El hecho de que todavía ningún partido político haya anunciado, aunque sea una medida futura de acción de gobierno municipal, detallada y fundamentada, indica claramente que esos programas aún no están redactados, que los partidos políticos actúan a remolque del calendario, que entienden la campaña como una acumulación de eventos públicos a realizar y que están lejos de conocer de primera mano las necesidades reales de sus vecinos. Parece que los proyectos políticos brillan por su ausencia, que nos espera una retahíla de ocurrencias, una salva de propuestas sin calado, un listado de lugares comunes, una relación de intenciones de cara a la galería. En unas semanas quizá tengamos alguna respuesta. Los partidos políticos se juegan la abstención, los vecinos su futuro. Y los experimentos, mejor con gaseosa.

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