Un total de 27 municipios conforman la comarca de la Vega Baja del Segura. Se trata de un territorio con un rico patrimonio cultural y arquitectónico y donde se mezclan herencias de los reinos de Valencia y Murcia. El sur del sur es muchas veces una gran desconocida con una portentosa herencia histórica.
Los vaivenes entre dos mundos confieren a la Vega Baja una rica herencia que sólo puede transferir un mestizaje de lenguas y culturas. Así subsisten entre sus habitantes muchos valencianismos pronunciados con ese gracejo influido por la vecina Región de Murcia. La herencia patrimonial es también suntuosa y en ella no sólo recaban los restos arqueológicos sino originales propuestas centradas en las rutas del agua. Como no podía ser de otra manera la herencia árabe circunscribe a algunos municipios a los aprovechamientos acuíferos que ahora son motivo de curiosidad turística.
ORIHUELA
Empezamos nuestro recorrido por una de las cabezas de comarca. Su relevancia ha sido tal que en el siglo XVIII fue por breve tiempo capital del Reino de Valencia y osciló como población entre la provincia de Murcia y la de Alicante.
Yacimiento de los Saladares. Está catalogado como Bien de Interés Cultural (BIC). Cubre uno de los períodos menos conocidos de la protohistoria regional, del siglo IX-VIII al IV a.C. Es uno de los primeros yacimientos en el que se pudo investigar el proceso de iberización y valorar como las influencias coloniales -fenicias y griegas- son asimiladas por los pueblos indígenas y acaban dando origen a la Cultura Ibérica. El origen del Yacimiento está en el Bronce final, perdura en el Hierro antiguo para iberizarse posteriormente.
En el Yacimiento se han encontrado abundantes piezas de cerámica de época y se pudo constatar que eran dos casas adosadas destruidas por el fuego.



Azudes y norias. Si hay un elemento característico en estas tierras estos son los azudes. Los árabes idearon un ingenioso sistema para convertir estas áridas tierras en auténticos vergeles a través de estos pequeños estanques desde los que se distribuye el agua. Las norias son otros vestigios que se cuidan en esta zona y su construcción se remonta a los romanos y a tiempos incluso anteriores.
En la actualidad Orihuela se centra en la rehabilitación y consolidación de las norias gemelas de Moquita y Pando, de origen islámico
La historia y cultura de Orihuela es tan diversa que el ayuntamiento tiene programadas más de 30 rutas diferentes para ahondar en el conocimiento de esta importante localidad. Destaca la ruta monumental que contiene el Colegio Diocesano Santo Domingo, antiguo convento dominico y universidad del siglo XVI. Tras él, en el Rincón Hernandiano, la casa de uno de los más importantes poetas del pasado siglo, Miguel Hernández. Un paseo nos lleva al Centro Histórico, el Museo de Semana Santa, la Catedral, el Palacio Episcopal, sede del Museo Diocesano de Arte Sacro o el Museo de la Muralla.


Otra de las rutas son las que están ligadas a la reconocida Semana Santa de Orihuela y algunas concretas y curiosas como la dedicada al paso denominado La Diablesa y que nos cuenta una interesante historia de esta obra que tiene cuatro siglos de antigüedad. También la ruta que nos lleva a ver un lienzo de Velázquez y que va aderezada por la intrahistoria de este cuadro.
No hay que olvidar en esta ciudad la personal oferta gastronómica con su plato estrella, el arroz y costra o el cocido con pelotas de origen judío. Y productos de la huerta o El Palmeral, como la alcachofa, el palmito o el dátil, sin olvidar las delicias de conventos o confiterías donde destacan las almojábanas, de origen árabe.

GUARDAMAR DEL SEGURA
Es muy arduo centrarnos en este municipio y seleccionar sus patrimonios porque Guardamar cuenta con un catálogo de elementos patrimoniales bastante extenso. A nivel arqueológico poseen yacimientos con cronologías que van desde la protohistoria hasta la época contemporánea, donde destacan por su importancia y por ser visitables, el Castell y Vila Murada, la Rábita Califal de las Dunas, La Fonteta, El Moncayo y Cabezo Pequeño del Estaño. Además, disponen de elementos etnográficos de gran interés, sobre todo vinculados a la gestión tradicional del agua de riego, donde destacan la Cenia del Río Seco, el Molino de San Antonio, las Compuertas de Riegos de Levante y el Puente de Hierro.
Como curiosidad comentar que Guardamar cuenta con un vestigio de la Guerra Fría como es la Estación Radionaval o Torre de los americanos. Pero en la vasta propuesta que ofrece Guardamar hay varias singularidades. Una de ellas está relacionada con el paisaje y son sus dunas. Es tal su relevancia que se ha creado el proyecto Memoria de Arena para identificar los principales elementos del patrimonio histórico. Pero para describir lo que son las Dunas hay que conocer primero la Casa Museo Ingeniero Mira, el principal artífice de la repoblación forestal de la zona y cuyas excavaciones conllevaron el descubrimiento de algunos tesoros escondidos que ayudaron a comprender el origen y la historia de Guardamar.


Guardamar cambia de ubicación tras el terremoto de 1829, pero otro peligro se cernía sobre la localidad
Antes bien es el ingeniero Larramendi el que idea la construcción de una nueva Guardamar tras el terremoto de 1829 que asoló a esta localidad y a otras del Bajo Segura. La planificación tras el seísmo la traslada del alto del cerro a su crecimiento desde el límite de éste hacia el mar, bajo un proyecto moderno y que aseguraba las casas ante un nuevo episodio de temblores. El caso es que años después la arena empezó a devorar al pueblo y ahí es donde interviene el ingeniero Mira, creando una duna litoral artificial y plantando especies vegetales, acciones que evitarían el avance de la arena y a la que el ingeniero dedicó 30 años de su vida. Hoy una extensa pinada dunar de 1.000 hectáreas se extiende al lado de 11 kilómetros de playas. El museo se centra en los dos citados acontecimientos para explicar la historia moderna de Guardamar.

En el Museo Arqueológico podemos contemplar la llamada Dama de Guardamar, un busto de una dama ibérica de unos 2.500 años de antigüedad y descubierto en 1987 en el yacimiento arqueológico de Cabezo Lucero.
Dentro de la denominación patrimonio inmaterial y gastronómico destaca el binomio langostino y ñora, que son dos elementos diferenciadores con futuro incierto. En el caso de la ñora, un pimiento rojo y redondo que se cultiva en Murcia – de donde procede originalmente- y en la Vega Baja, el secado se hace en horno pero en Guardamar se sigue otro proceso que tiene que ver de nuevo con las dunas. El secado se produce en unos túneles de plástico depositados en la arena lo que le confiere a la ñora de Guardamar un tono más oscuro y un sabor más intenso. Solo quedan cuatro agricultores que realizan este proceso hoy en día y no hay continuidad generacional salvo un joven que se ha vuelto firme defensor de este producto, fundamental para elaborar la “salmorreta”, el sofrito típico de los arroces alicantinos.

En similares circunstancias se encuentra la supervivencia del langostino, enmarcado en la pesca tradicional y que la minoración de embarcaciones de pesca de bajura ya ha puesto a este crustáceo en alerta de desaparición.
La organización de la “Setmana Gastronòmica de la Nyora i el Llagostí” desde la Oficina de Turismo en colaboración con los restaurantes de Guardamar intenta frenar esta tendencia. “Tenemos un patrimonio excepcional”, reiteran desde Turismo recordando todos los elementos que conforman el carácter y origen de este municipio y al que se añade sin duda la excelencia de la cocina.
La diversidad de Guardamar ofrece otras posibilidades para conocer su entorno con elementos etnográficos de gran interés, sobre todo ligados a la gestión tradicional del agua de riego, donde destacan la Cenia del río Seco, el Molino de San Antonio, las Compuertas de Riego de Levante y el Puente de Hierro.
En cuanto a infraestructuras culturales, la ciudad cuenta con la Casa de Cultura, el Museo Arqueológico y la citada Casa Museo Ingeniero Mira.
ROJALES Y EL AGUA
La Vega Baja del Segura crece alrededor de este histórico río que en Rojales determina a sus habitantes, su modo de vida, su crecimiento demográfico y su acontecer histórico. El núcleo poblacional alrededor de la ribera se asentó en el siglo IV a. C tal como atestiguan los vestigios hallados en esta zona.
El Museo Arqueológico Paleontológico dispone de una interesante muestra de restos de grandes vertebrados como ballenas, delfines y sirenios. Mientras, en el área de Arqueología se vislumbra la evolución cultural del entorno donde estuvo situado Rojales hasta su fundación como aldea medieval y municipio. Una de las piezas más destacadas es el pilar-estela ibérico de El Mejorado y las colecciones paleolíticas, ibéricas, andalusíes y bajomedievales.


Pero volvemos a incidir en la relevancia del Segura y el agua como elemento indispensable para crear la Huerta con mayúsculas, un paisaje antropizado que incluso fue objeto de promoción para declaración de patrimonio de la humanidad. Y en Rojales la Huerta integra una gran variedad de espacios: campos de cultivo, palmerales, saladares, etc.
Todo este tesoro se ha reunido en el denominado Museo de la Huerta, un edificio que emula las características de los inmuebles que pertenecían a la antigua Hacienda de Los Llanos de más de 30.000 metros cuadrados. En su interior se recogen elementos de la cultura material, oral y espiritual de Rojales con los trabajos de la Huerta, las actividades artesanales, los enseres de la casa o los vehículos de transporte. Es de destacar que la huerta es la que justifica la gastronomía de la localidad además de otros platos como los arroces con conejo o el cocido con pelotas además de las omnipresentes almojábenas de la zona.

El conjunto monumental hidráulico, de la época medieval, incluye el Azud y la Noria y el Puente, del siglo XVI
La otra singularidad relacionada con el agua es el conjunto monumental hidráulico urbano que data de la época medieval, construidos originalmente de madera en el caso del Puente y la Noria y de madera y piedras el Azud. Este último tiene una corona circular de 40 metros y 10 metros de anchura y hace elevar el nivel de agua del río para después distribuirlo a las acequias. La Noria de la Bernarda se aprovecha de este azud, es metálica y su fecha de construcción similar a la del azud es del siglo XVI. El tercer monumento es el Puente, construido en sillería con tres ojos bajo bóvedas de arco que se proyectan sobre pilares rematados por sombreretes piramidales y fue construido en el siglo XVIII.
Y es este equipamiento de ingeniería hidráulica el que regula el flujo del agua que se expande por las Huertas de Rojales y Guardamar y denominado por historiadores y escritores como el “Balcón-Mirador” y el “Enclave Histórico-Cultural” más representativo para conocer la idiosincrasia de la Vega Baja del Segura y sus gentes.


Rojales cuenta también con un Ecomuseo del Hábitat Subterráneo ubicado en las Cuevas del Rodeo. Se trata de un barrio de cuevas-vivienda con trascendencia etnológica, social y cultural y que fueron excavadas en la roca entre los siglos XVIII y XX. Las cuevas engloban hoy en día talleres artesanales y salas de arte entre parques urbanos y zonas de ocio. En este lugar tan atractivo se realizan actividades formativas y participativas con visitas guiadas para grupos, cursos, actividades extraescolares, ferias y exposiciones del museo de las artes y oficios artesanos.
La feria más popular que se celebra en el barrio es Rodearte pero cada primer domingo de mes, y durante todo el año, se puede acudir a los conciertos y disfrutar del resto de actividades.
Rojales, con su aprovechamiento del agua nos presenta el Aula de la Naturaleza, concebida como ubicación de aprendizaje para experiencias relacionadas con las ciencias naturales (energías alternativas, meteorología). En este cerro se localiza un sistema hidráulico monumental de captación y almacenaje de agua conocido como Los Aljibes de Gasparito y el Molino de Viento.
Los primeros, construidos en 1922, obtienen el agua de lluvia mediante dos extensas acequias a cielo abierto. Su reutilización posibilita la muestra del “Ecomuseo del Agua en el Mundo Tradicional”. En cuanto al Molino de Viento, es una construcción preindustrial del siglo XIX y está situado en una de las lomas elevadas del Parque Ladrillar para aprovechar mejor la fuerza del viento. Su restauración ha permitido restituir sus dos pisos originarios, al igual que la maquinaria y los engranajes interiores.


Es notable asimismo el patrimonio natural, muchas veces compartido con otras poblaciones limítrofes. El Parque El Recorral es un antiguo soto ganadero con una vegetación densa de pino carrasco y con especies animales como la lechuza común, paloma torcaz, perdiz, abubilla, entre otros. El Parque Natural de las Lagunas de La Mata y Torrevieja comparte territorio con Rojales y es un espacio natural protegido. Sus zonas húmedas son zonas de parada y aprovisionamiento, zona de invernada y centro de reproducción permanente de las aves sedentarias.
Por último, el Paraje del Hoyo del Serrano, al oeste del término municipal de Rojales, una amplia zona natural para realizar rutas senderistas. Entre su fauna destaca el zorro común y está encuadrado dentro de la Ruta PR-CV442, Ruta de la Caldera del Gigante.

CALLOSA DE SEGURA Y EL CÁÑAMO
En este municipio vamos a resaltar la planta del cáñamo y su Semana Santa además de sus rutas senderistas y de escalada. Según información trasladada por el ayuntamiento callosino y facilitada por el concejal de Patrimonio y Museos, Antonio Ballester, la aparición de las fibras sintéticas a mediados del siglo XX hizo desaparecer esta industria secular y Callosa de Segura se convirtió en el principal centro nacional de tratamiento de la fibra del cáñamo y derivados.

De esa actividad quedan importantes muestras que se exhiben en el Museo del Cáñamo, en la arquitectura de aquella industria y en las demostraciones en vivo de los Trabajos Artesanales del Cáñamo. El legado de aquella actividad pervive hoy en día cn la conversión de la localidad como primera productora nacional de hilos, cabos, cuerdas y redes de fibra sintética. Además, la demostración de los trabajos con cáñamo se desarrollan en variadas ocasiones, con una celebración el 14 de agosto, “Día del callosino ausente”. En esta jornada tiene lugar la Demostración Nacional de los Trabajos Artesanales del Cáñamo, que congrega a turistas y vecinos de la localidad.
Pero tal como nos relata el concejal Antonio Ballester, “Callosa tiene variados patrimonios que incluyen también la arquitectura, celebraciones alrededor de la Semana Santa y los espacios naturales”.


En torno a la Semana Santa los callosinos tienen una particular que es “Partir la Vieja”, una tradición ancestral del pueblo llano y que en el ámbito de la Vega Baja solo pervive en este municipio. “Partir la Vieja” es celebrar la mitad de la Cuaresma y la aproximación a su fin. Como es un tiempo de privaciones se materializa en muñecos de cáñamo de tamaño natural llamados “viejotes” que se colocan en las ventanas o en las casas acompañados de un cartel crítico sobre un tema de actualidad.
Vinculados a la Semana Santa están también los Cantos de Pasión, que datan de 1598. Los callosinos recorren las calles de la localidad y entonan estos cánticos antiguos.
El Farolico de Venancio forma parte también de esas leyendas populares milagrosas. Cuentan que un pastor llamado Venancio extravió una de sus cabras y que para socorrerla se encaramó a una ladera, con tan mala fortuna que cayó. El pastor se encomendó en ese momento a San Roque que obró el milagro en el que Venancio llegó al suelo sano y salvo. El pastor, agradecido, prometió colgar un farol con luminarias en lo alto del picacho. Desde entonces una comitiva sigue ese camino todos los años portando el Farol para iluminar a los devotos.

Entre el patrimonio cultural destaca la Iglesia Arciprestal San Martín Obispo, declarada Monumento Histórico Artístico Nacional y cuyos orígenes se remontan a 1265, aunque después de diversos avatares la obra principal se terminó en 1553 por lo que el templo está representado por diversos estilos artísticos.


Encontramos también otros valores arquitectónicos como el Santuario de San Roque, el Castillo o la Capilla de la Orden Franciscana. Callosa forma parte asimismo del largo Camino del Cid o de la Sede del poeta Miguel Hernández. Y atesora exposiciones en el Museo Arqueológico Antonio Ballester y Ruiz y el Museo de la Semana Santa José Noguera Valverde.
Desde otra temática, se puede disfrutar del valor paisajístico de la zona, con una muestra completa de la oferta en el Aula de la Naturaleza. Los senderistas pueden optar por rutas a través de las laderas de la sierra de Callosa; la ruta de la Plana, la del Pico de San Bernardo o la Cueva Ahumada. La Vía Ferrata es otra opción con dificultades de K3 en su primer tramo y de K5 más adelante.


Pero la escalada es la actividad deportiva por excelencia con varios enclaves para los usuarios de los que el más importante es la Pared del Rabosero. Para los aficionados al ciclismo se ofrece la ciclorruta “Los Almarjales” que recorre varios municipios en sus 30 kilómetros. El disfrute de la gastronomía coincide con otros platos de la comarca como el arroz con costra o el bacalao meneao.


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